¿A qué llama proyecto?


¿Por qué tanta gente usa la palabra proyecto sólo para referirse a algo que piensa hacer? Tal vez esa pregunta sólo tiene sentido para los que se dedican profesionalmente a proyectos en el ámbito organizacional. Sería, sin embargo, conveniente para todos, creo, distinguir entre distintos devenires que uno piensa impulsar que ocurran, obviamente, en el futuro.

Expresión de deseo: A veces, uno se refiere a algo que desea hacer, como tomarse unas vacaciones en algún lugar que le gusta, durante un tiempo que espera tener disponible, y con dinero que espera tener. Entonces uno podría decir: tengo el proyecto de ir de vacaciones a Bariloche, este verano. Y lo diría sin haber revisado si tendrá tiempo ni plata, sin haber consultado la disponibilidad de hoteles, etc. En estos casos sólo debería decir: Deseo irme de vacaciones a Bariloche, este verano.

Iniciativa: Uno podría haber comenzado a dar algunos pasos en dirección a cumplir ese deseo. Por ejemplo, podría haber revisado si tiene suficientes vacaciones pendientes, si es razonable contar con el dinero, y si es esperable que a su pareja esté de acuerdo con ese plan de vacaciones. Habiendo evaluado aspectos como estos, uno puede haber decidido, personal e interiormente, comenzar a dar los pasos necesarios para organizar esas vacaciones. En ese caso, uno podría decir que tiene la iniciativa de irse de vacaciones a Bariloche, este verano, con su pareja.

Iniciativa factible: Con el impulso que da tener una iniciativa, uno puede comenzar a evaluar más concretamente los aspectos necesarios para que la iniciativa sea pasible de llevar a la práctica. Por ejemplo, hablar con su pareja para confirmar que el plan le resulte atractivo, hablar con su jefe para confirmar que podrá disponer del tiempo en algún momento del verano, estimar el costo del viaje y decidir si vale la pena gastar esa sume en esas vacaciones (tal vez comparando con otros fines posibles para ese dinero). Si la iniciativa superase todo ese escrutinio, entonces uno podría decir que tiene una iniciativa factible para irse de vacaciones a Bariloche, este verano.

Más que iniciativa factible: Llegará entonces el momento de pasar a la acción, y hacer que las cosas pasen. Pero no convendría simplemente empezar a hacer lo que a uno se le vaya ocurriendo, sino que convendría organizarse para hacer más probable que las vacaciones ocurran satisfactoriamente. Para eso, uno tendrá que definir el significado de “vacaciones satisfactorias”, y no sólo para uno, sino para los involucrados, en este caso nuestra pareja. Entonces es cuando aparece, como dice el dicho, el diablo. No me refiero a nuestra pareja, sino a los detalles.

Proyecto: Recién cuando uno se decide a identificar y comenzar a enfrentar y resolver los detalles es que uno podría llamarle, a eso que tiene entre manos, “proyecto”. Obviamente, Usted puede llamarle proyecto a lo que Usted quiera. Yo sólo comparto mi punto de vista sobre estos asuntos, posiblemente con la deformación profesional de haber estado vinculado a proyectos en el mundo de los negocios por varias décadas.

Aprendizaje por proyecto: Uno podría intentar aprender como tomar unas buenas vacaciones asistiendo a un entrenamiento. No estoy seguro de que exista ese entrenamiento, aunque hay muchos programas patrocinados por agencias de viaje, que explican mucho de lo que conviene saber (o que a ellos les conviene que uno sepa). Pero difícilmente uno puede aprender mejor cómo tomar unas buenas vacaciones que planeándolas y tomándolas, en este caso, con nuestra pareja. Entonces, el aprendizaje por proyecto consistiría en proponernos un resultado (tomar unas buenas vacaciones …), trabajar para lograrlo (organizarnos, planificarlas, y vivirlas), y “aprender” en base a lo que emerge mientras hacemos ese “trabajo”.

Gestión del proyecto: Para hacer más probable el éxito en los proyectos (en este caso disfrutar de unas buenas vacaciones) hay mucho ya inventado. Metodologías sobran, lo que faltan son buenos practicantes. Es fácil opinar, dando por descontado una buena intención, pero no cualquier camino lleva a Roma (o Bariloche en este caso). Hay muchas buenas intenciones de llevar adelante iniciativas a las que le llaman proyectos, y apoyados en esas buenas intenciones muchos se lanzan al trabajo, pretendiendo aprender en la marcha, y sin contar con método alguno, y muchos, sin la más mínima disciplina.

Un proyecto no es cualquier cosa que uno quiera hacer en el futuro. Aunque si uno no sabe qué quiere, entonces (como Alicia) no importa qué camino elija.

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