Creemos que todo se puede planificar. Nos enoja que las
cosas programadas no salgan bien. Cuando pasa, pensamos que el plan estuvo mal
o que la gente tuvo mala voluntad. La conferencia nos pone de cara a escenarios
de incertidumbre tipificados y delinea estrategias para desempeñarnos
adecuadamente en cada uno. Propone herramientas para identificar la clase de incertidumbre
involucrada en el quehacer a enfrentar, anticipar
la estrategia más conveniente y percibir si la incertidumbre está cambiando de
tipo.
Si usted es gerente de proyecto, tal vez su jefe le dijo
alguna vez algo como: ¡Es inadmisible que no puedas comprometer una fecha de
entrega más razonable para este proyecto!
O tal vez: ¿Cómo puede ser que esto haya salido mal si asignamos a
nuestra mejor gente a este proyecto y nos está saliendo un dineral? Usted mismo
pudo encontrarse diciéndole a su gente: ¡Hagan un plan realista, comprométanse
con él, y después no venga con excusas!
O tal vez: ¿Cómo es eso de que no podemos satisfacer la performance
esperada? Claro, la incertidumbre no nos gusta, pero deberíamos aceptar que, a
veces, tenemos que admitirla, y para eso nos ayudan los conceptos respecto del
pensamiento complejo.
El espinoso es un pequeño pez que vive en los lagos. No se
aleja de un objeto que usa como punto de referencia. Puede ser una piedra, una
botella hundida, una cubierta de automóvil, etc. Si quitamos ese objeto, el
espinoso deja de reproducirse y muere. Ese objeto funciona para el espinoso
como un paradigma funciona para nosotros los humanos. Por ejemplo, si trazamos
un plan para un proyecto, pero luego no se cumple, tendemos a pensar que el
plan estaba mal o que la gente no lo respetó. No nos animamos a pensar que el
devenir es incierto, que afecta nuestros planes de formas que, a veces, no es
posible anticipar.
Tratamos de ignorar lo complejo. Sabemos que complejo es
algo difícil, pero preferimos asociar lo difícil sólo a lo complicado. El cubo
de Rubik es complicado, es decir, es difícil de resolver, pero hay un algoritmo
que, aplicado sobre cualquier configuración del cubo, nos permite poner las
seis caras en sus respectivos colores. Es un ejercicio complicado, pero si
sabemos el algoritmo, la resolución se simplifica. Da trabajo, pero logramos el
objetivo buscado.
Pero no todo lo difícil es sólo complicado. Por ejemplo,
educar a un niño es difícil, y no tiene un algoritmo infalible que lo
garantice. Es más difícil que lo complicado. Es complejo. No es posible
anticipar todo lo que puede ocurrir mientras realizamos el esfuerzo de educar a
un niño. Enfrentamos incertidumbre. No podemos programar lo que debemos hacer
con todos los detalles y pretender que pasa exactamente eso que
programamos.
Y además enfrentamos las actitudes emergentes, es decir,
aquellas que no están en los componentes de algo, pero que aparecen cuando
juntamos esos componentes. Como el agua, que conduce la electricidad, mientras
que ni el hidrógeno ni el oxígeno la conducen. Cuando planificamos solemos
olvidarnos de actitudes emergentes, o simplemente las desconocemos. Nos
acostumbramos a dividir para entender, pero a veces, entender cada parte no
permite comprender el todo. Entender cómo funcionan las neuronas no permite
comprender la inteligencia.
Desde Descartes hemos dividido para explicar, con el
objetivo de controlar. Así evolucionó la mayor parte de la ciencia moderna.
Pero la complejidad está por todas partes, y emerge cuando los elementos entran
en interrelación. Lo complejo debe ser
abordado como sistema (no dividiéndolo), buscando comprenderlo (no explicarlo),
con el objetivo de identificar su pertenencia (no para controlarlo). Comprender
significa entender/junto, no cada parte por separado.
El modelo Cynefin esquematiza conceptos fundamentales sobre el
pensamiento complejo. Es similar a una gráfica de cuadrantes, pero cada área
sirve para encontrar sentido en aquello que se está observando. El modelo se
apoya en el concepto de que todo es sistema, compuesto por un grupo de agentes
interdependientes, donde el sistema impone restricciones a cada agente, pero en
algunos casos los agentes también podrían afectar al sistema.
Se distinguen cuatro categorías de sistemas: simples,
complicados, complejos y caóticos. Simples son aquellos donde la
interdependencias entre los agentes (relaciones causa – efecto) es entendible con
poca o ninguna dificultad, casi por cualquier persona. Complicados son aquellos
donde la interdependencia no es aparente para cualquiera, sino que requiere el
análisis de expertos, y éstos sí pueden distinguir las interdependencias y “entender”
el sistema (como el cubo Rubik). Complejos son los sistemas donde la
interdependencia sólo se vuelve coherente en retrospectiva y no se repite,
entonces, sólo se los puede comprender mediante la prueba y evaluación.
Caóticos son los sistemas donde no se puede percibir la interdependencia, y
aquí sólo podemos actuar y evaluar.
Cuando estamos ante una situación de un proyecto, si la percibimos
como simple, actuamos siguiendo el sentido común. Pero si percibimos que no es
simple, tendemos a creer que es complicada, es decir, que con suficiente
análisis vamos a entenderla y podremos decidir el curso correcto de acción.
Cuando lo decidimos, lo empaquetamos en un “plan” y creemos que ejecutándolo
tendremos el tema resuelto. El problema es que muchas veces, aunque no lo
percibamos a tiempo, estamos ante un entorno complejo, y la incertidumbre no
percibida estropeará la ejecución del plan. Peor aún si el entorno ante el cual
estamos es caótico.
Una dificultad particular que enfrentan los gerentes de
proyecto es que, en el entorno de la empresa para la cual conducen proyectos,
se tiene dificultad para percibir y aceptar la existencia de los cuadrantes
tres y cuatro. Y esto es una dificultad importante, porque las estrategias de
gestión para situaciones de los dos últimos cuadrantes son muy diferentes a las
de los dos primeros. Porque si en la empresa sólo se aceptan enfoques y
explicaciones válidas para los dos primeros cuadrantes, los gerentes de
proyecto sólo harán un pobre papel cuando les toque gestionar situaciones de
los otros cuadrantes. Al menos será así hasta que logren explicarse y explicar a
la empresa que existen estos últimos dos cuadrantes, en qué consisten, y cómo
se gestionan las situaciones de esa especie.
La conferencia brinda la oportunidad de reflexionar más
profundamente sobre el significado de los conceptos de Cynefin aplicados al
mundo de los proyectos. Esa reflexión mejora nuestra capacidad para identificar
el tipo de problema ante el cual estemos, y de esa forma aumenta nuestra chance
de elegir mejor la clase de estrategia para resolverlo.
Hace
unos años, mientras analizaba con mi jefe cómo resolver un problema en un
proyecto, me dijo “mirá que no todos los problemas tienen solución”. El
comentario me resultó intrigante. Me acordé de él muchas veces desde entonces.
Creo que mi jefe estaba hablando de esto, de la complejidad, aunque no lo
entendí del todo en ese momento. Pero lo peor no es que algunas cosas sean
complejas, sino que quienes tienen que enfrentarlas pretendan resolverlas como
sólo simples o complicadas. He visto muchas personas intentándolo, discutiendo
mucho, y pagando las consecuencias. No sé si todo se puede resolver, pero
pienso que es imprescindible aplicar las estrategias adecuadas para intentarlo.
El desafío es poder vencer los paradigmas que nos ciegan ante lo complejo.
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