La metodología de gestión de proyectos es fácil de entender,
pero a veces su extensión hace difícil focalizar los asuntos de más importancia
para gestionar cada proyecto. Este artículo resume mi conferencia donde se
propone seleccionar un grupo reducido de aspectos a focalizar y expone elementos
clave para el tratamiento de cada aspecto. De esta forma, en lugar de prestar
atención a tareas que deberían delegarse o quizás ignorarse, se está alerta
ante aspectos que merecen atención directa, y se fomenta esta actitud dentro
del equipo del proyecto y en toda la organización.
Los proyectos son útiles pero peligrosos. Viabilizan
beneficios pero genera riesgos, para las organizaciones y para las personas.
Preocupados por los riesgos, las personas tienden a interpretarlos según sus
roles e intereses particulares. El gerente de proyectos debe influir en cómo se perciben los temas
importantes. Para hacerlo, conviene que
imite a los actores, en el sentido de ser consciente de cuando está tras
bambalinas y cuando está en escena. Tras bambalinas debe prepararse; en escena debe
causar impacto, y con eso, alinear las percepciones de los interesados.
Los proyectos involucran trabajo técnico y trabajo de gestión. El trabajo técnico implica
recopilar requerimientos, diseñar y construir
el resultado. El trabajo de gestión implica organizar, impulsar, dar
seguimiento y controlar el desarrollo del trabajo técnico. Clásicamente, al comienzo
del trabajo el gerente del proyecto tiene el desafío de la calidad y
completitud en el tratamiento de los requerimientos. Éstos deben ser indagados,
no meramente relevados, y luego deben estar sujetos a seguimiento que evite
perderlos por el camino o que sufran la metamorfosis resultante de diferentes
interpretaciones. Las presiones que reciba el gerente de proyecto no deben apartarlo
de controlar el tratamiento de los requerimientos.
Si bien la misión de la gestión de proyectos es la misma
para deferentes proyectos, el detalle del trabajo de gestión debe ajustarse
acorde al tamaño, clase y complejidad de cada proyecto. Esta adaptación no es
fácil. Podemos terminar autoimponiéndonos una gestión exagerada o terminar
librados al azar por una gestión débil. La conferencia presenta un criterio
para seleccionar entre tres niveles de gestión y explica los componentes que
integran cada nivel.
El primer nivel incluye componentes que deberían estar
presentes en la gestión de cualquier
proyecto. Se proponen como ejemplos los siguientes elementos: acta de
constitución, cronograma, presupuesto, solicitudes de cambio y registro de
entregables. El segundo nivel, para proyectos de mayor extensión o complejidad,
propone agregar: contenido de la carpeta de proyecto, plan de dirección,
enunciado del alcance, estructura de desglose del trabajo, registro de riesgos,
log de issues y reporte de desempeño. El tercer nivel, para proyectos aún más
extensos o complejos, agrega: registro de interesados, estructura de desglose
de recursos, diccionario de la EDT, plan de calidad, plan de adquisiciones e
informe de desempeño. Por otra parte, se podría considerar un diferente nivel
de detalle en cada elemento de cada nivel.
Es necesario que el criterio para elegir los elementos a
llevar para cada nivel sea consistente dentro del portafolio de proyectos de la
organización. De no ser así, tenderíamos a caer en uno de dos casos: a) todos
los proyectos demandarían el mismo estilo y esfuerzo de gestión, cosa que no
resultaría práctica en la realidad, o b) se admitiría que cada gerente de
proyecto seleccionara, arbitrariamente, el conjunto y detalle de herramientas a
usar en los proyectos a los que resulte asignado. En ese último caso, la
práctica de gerencia de proyectos no sería tal, sino más bien una constante improvisación
que dificultaría el análisis del portafolio entro otros perjuicios.
Debido a la trascendencia en la calidad de la gestión de los
proyectos, se analizan en particular las comunicaciones y el desarrollo del
equipo del proyecto.
Respecto a las comunicaciones, se pone de relieve la
diferencia de intereses entre los tipos de interesados como cliente,
patrocinador, gerente del proyecto, equipo del proyecto, contratistas, gerentes
funcionales, etc. Es primordial identificar qué comunicar y cómo hacerlo con
cada grupo de interesados, así como qué conseguir de ellos. En base a esto, deben
reconocerse las habilidades necesarias para gestionar las comunicaciones e
instrumentar la forma de desarrollarlas.
Las comunicaciones se parecen al aparato circulatorio
humano. Fluyen en un sentido para impulsar las actividades y en el sentido
inverso para informar sobre el progreso, estado y problemas a resolver. La
gerencia del proyecto es el corazón en esta analogía. Debe planificar las
comunicaciones, ponerlas en marcha e impulsarlas siempre. El pulso del sistema son
las interacciones, formales o no, y la sangre es la información de los reportes,
minutas, registros, etc.
Respecto al desarrollo del equipo del proyecto, se enfatiza
la trascendencia de armar una sólida organización, asimilándola a un banco de
cuatro patas que, para ser estable, necesita patas parejas. Una pata son las responsabilidades,
que debe emparejarse con otra: la confianza en los recursos a quienes se les
asignen. El otro par de patas son la obligación de rendir cuentas
(accountability) y el nivel de autoridad, o derecho a demandar cierto grado de
obediencia.
Aún los equipos balanceados en teoría, tienden a no
funcionar en la práctica, pues enfrentan una cadena de disfunciones. El primer
eslabón es la falta de confianza, que genera el segundo, que es miedo al
conflicto, que promueve la falta de compromiso, que incita a evitar hacerse
cargo, y todo concluye en dejar relegados los resultados del proyecto; sólo
importa salvar el pellejo. La herramienta para enfrentar estas disfunciones es
el liderazgo, que además, debe ir cambiando de estilo a medida que el equipo
progresa. Un líder experimentado comienza por enunciar lo que debe hacerse,
luego lo vende, luego sólo le presta apoyo, y finalmente otorga la máxima
libertad.
Por último, se explica el esquema conceptual sobre el que se
apoya un enfoque para la operacionalización de la gestión de proyectos. El
esquema muestra la interrelación entre funciones de la organización
involucradas en los proyectos. Distingue el estado de los proyectos en el
portafolio, entre proyectos en evaluación, proyectos en ejecución, y agrega los
resultados de proyectos ya terminados que están siendo operados. Para cada uno
de estos estados, la organización debería atender funciones clave. Una es
percibida con bastante claridad actualmente: la práctica de gerencia de
proyecto. Las empresas han estado fomentando el desarrollo de sus gerentes de
proyectos intensamente en los últimos años. Sin embargo, no hay tanta
conciencia sobre los otros estamentos y funciones. Los estamentos considerados
son: ventas, áreas técnicas, gerencia de proyectos, PMO (oficina de gerencia de
proyectos), y gobierno (generalmente el nivel ejecutivo).
Cada uno de estos estamentos debería cumplir funciones clave
para cada uno de los tres estados de los proyectos. Operacionalizar la gestión
de proyectos en las organizaciones es no sólo mejorar la gerencia de proyectos en
ejecución (tercer estamento, segundo estado), sin mejorar, armónicamente, cada
una de las funciones clave de todas las intersecciones estamento/estado. Ese
debería ser el objetivo de las iniciativas para mejorar la calidad de la realización
de proyectos en las organizaciones.
Si le interesa todo esto, la conferencia está a su
disposición. Toma aproximadamente una hora, pero lo más trascendente es lo que
usted decida hacer luego de la conferencia.
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